Capítulo 120.

POV Valeria.

La mansión había estado demasiado tiempo sumida en sombras, en susurros de guerra, en noches interminables de miedo. Pero esa tarde, por primera vez meses, la casa se llenaba de risas, de voces que hablaban al mismo tiempo, de abrazos que no escondían despedidas, sino promesas de futuro.

Ana iba y venía desde la cocina con bandejas de empanadas y dulces, como si quisiera alimentar la esperanza que tanto habíamos buscado. Cintia y Adrián habían llegado temprano, con su hija pequeña correteando por los pasillos. Vanessa la perseguía, riendo como si de pronto hubiera recuperado la infancia que tantas veces la violencia le robó. Alessandro, siempre inquieto, ayudaba a Jeremías a encender la parrilla en el jardín, mientras Armando daba instrucciones con ese tono suyo que parecía orden y ternura al mismo tiempo.

Yo observaba todo desde la terraza, con una mano en el vientre. Aún me parecía irreal la noticia que el médico nos dio días atrás: estaba embarazada. Después de tantas
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