Capítulo 104.
*POV Armando*
La tropa volvió trastabillando al punto de encuentro con el olor de pólvora pegado a la piel y la ropa empapada de barro. La retirada había sido caótica: hombres corriendo a tientas, fuego cruzado, explosiones que volaban la tierra como si el suelo fuera de goma. Cuando la línea se recompuso y pude contar, la realidad me pegó en el estómago con la dureza de un puño.
Faltaban cuatro hombres. Cuatro que no volverían a reír, cuatro nombres que se convertirían en silencio.
Ruiz estaba muerto junto a una trinchera que no supimos asegurar. Mateo había ido a cubrir a otro y recibió la metralla en el pecho. Los demás... los cargamos como pudimos: uno en camilla improvisada, otro envuelto en una manta manchada. Son escenas que se repiten en la guerra, pero nunca dejan de doler. Nunca te acostumbras a ponerles una cruz a quienes te siguen.
Me senté en una piedra, la espalda empapada, el chaleco pesado de barro. Sentí las manos temblar y la mandíbula endurecerse. La rabia me subía