*POV Armando*

La selva tenía memoria. Guardaba sonidos, pasos y voces en su entramado hasta que alguien las despertaba para usarlas en contra. No fue la naturaleza la que me alertó esa noche, sino un mensaje que apareció en la frecuencia segura de la red privada: un texto corto, directo, venenoso.

Lo leí dos veces antes de que mi mente pudiera procesarlo sin que el estómago me diera vueltas.

> “PAGARÁS POR NO ESCOGERME. VOY A MATAR A ESA PERRA DE VALERIA. TÚ LA ENTERRARÁS. —CARLA FERRER.”

La pantalla del terminal brilló como una provocación. Las letras parecían grabadas con hierro. La furia me subió en caliente y con ella vino un frío que no tenía que ver con la selva: alguien estaba dentro de nuestro sistema. Alguien nos veía y jugaba con nosotros.

Llamé a Julián de inmediato. La línea tronó, breve, precisa.

—¿Qué dice? —preguntó sin preámbulos.

—Una amenaza directa —respondí—. Alguien entró en la red. ¿Puedes rastrear el origen?

—Enseguida. Estoy en eso —contestó él—. Pero te digo,