Cap. 124.
POV Valeria
El olor a desinfectante de la clínica siempre me había incomodado, pero ese día tenía el corazón latiendo con tanta fuerza que lo ignoré por completo. Me sentía nerviosa, como si fuera la primera vez. Armando no me soltaba la mano mientras caminábamos por los pasillos blancos, sus pasos firmes y seguros, pero con esa tensión en el rostro que lo delataba.
—¿Lista, mi amor? —preguntó, apretando mis dedos suavemente.
Tragué saliva, tratando de sonreír.
—Lo estoy… pero no niego que tengo miedo.
Él me miró como solo él podía hacerlo, con esa mezcla de dureza y ternura que me había enamorado.
—No tienes nada que temer, Valeria. Vamos a estar bien.
Nos recibió el doctor con una sonrisa cordial. Era un hombre mayor, de ojos cansados pero amables, con una calma que parecía haberse cultivado tras años de ver nacer vidas. Me indicó que me recostara en la camilla y, mientras Ana y Cintia esperaban afuera con los niños, Armando se quedó a mi lado.
El frío del gel en mi vientre me hizo