Capítulo 13.

Las tres fotografías terminaron en el cajón de la mesita de noche de Isabella. La mujer, de mediana edad, estaba sentada al borde de la cama, el cuerpo estremeciéndose mientras intentaba contener la emoción. Lágrimas gruesas caían una a una, empapando el camisón que llevaba puesto. Su voz se quebró, susurrando al aire vacío.

—¿Cómo pudiste hacerme esto, Samuel?

Sus manos apretaron las sábanas, la voz alzándose. —¡No solo me mentiste a mí, sino también a Zack y a Moson! ¡Has ido demasiado lejos, Samuel!

El llanto desgarrador resonó en la habitación. Isabella no se dio cuenta de que, en el umbral de la puerta, un hombre la observaba. Zack.

Sus ojos se fijaron en la figura frágil de su madre. Estuvo a punto de dar un paso hacia dentro, pero su cuerpo se congeló. Un fuerte impulso de preguntar —de saber por qué su madre lloraba con tanta desesperación— lo empujaba, pero la duda lo detuvo.

Zack decidió darle un espacio para que estuviera sola y pudiera calmarse.

Se quedó allí unos segundos
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