El día siguiente, el sol brillaba sobre Aetheria, pero el aire seguía frío. Estaba en mi nuevo despacho — el de papá — revisando documentos cuando Lina entró. Traía café negro, exactamente como me gustaba.
“Gracias”, dije.
“De nada.” Se quedó de pie, mirando las ventanas. “Escuché rumores. Kael está reuniendo sus hombres.”
“Ya lo esperaba.”
“¿Tienes plan?”
“Venganza paso a paso. Primero, la empresa. Luego, la verdad sobre papá.”
Elara entró entonces, con un carpeta en la mano. Vestido gris, pelo recogido — más seria que nunca. “Documentos de la operación del sur, señor.”
Se acercó a la mesa. Su aroma de azahares llegaba hasta mí. Mi alfa se agitó.
“Quédate”, dije cuando ella iba a irse. “¿Por qué no me lo dijiste antes? Sobre papá.”
“Temí. Kael me dijo que mataría a ti también si hablaba.”
“Y ahora?”
“Ahora tú eres fuerte. Ahora puedo luchar contigo.”
Lina miró a Elara, luego a mí. Silencio pesado.
“Vete, Elara. Necesito hablar con Lina.”
Cuando se fue, Lina se sentó en la silla de en