Pasaron seis meses desde que Garra había vuelto a la manada. Las crías — tanto las de él y Maya como las de otras hembras — habían crecido mucho. Los hijos de Garra se llamaban Sombra y Brillo: Sombra era un macho con pelaje gris oscuro y ojos negros, y Brillo era una hembra con pelaje blanco y ojos azules. Ellos jugaban todo el día con Zoe, Leo Jr. (hijo de Leo y Nube) y otros jóvenes lobos, y Carlos se encargaba de enseñarles a cazar y a respetar las reglas de la manada.
"El secreto del caza no es la fuerza, sino la paciencia," le decía Carlos a Sombra una mañana, mientras estaban agazapados tras un arbusto, esperando a un ciervo. "Tienes que esperar el momento justo."
Sombra asintió, con los ojos fijos en la presa. Era inteligente y rápido — se parecía a su padre en el físico, pero a Carlos en el corazón. Brillo, por su parte, era curiosa y le gustaba explorar el bosque alrededor del lago, siempre acompañada de Zoe.
Una tarde, cuando Brillo y Zoe estaban explorando el lado oeste de