—Estoy bien, no te preocupes. Mira, ella es mi mamá— la niña señala a Francesca y Sofía retoma su compostura, mira a Francesca y pasa saliva.
—Buenos días, señorita— saluda. —Disculpen, debo alistar a los niños para llevarlos a la escuela— dijo tomando a Chiara de la mano.
—No iremos a la escuela por orden de nuestro padre, solo por hoy— dijo Michelle y Francesca no le agrada para nada el cariño que sus hijos le han tomado a la niñera Sofía.
—Entiendo... Iré a organizar la habitación de cada uno— Sofía lo que quiere es no estar frente a Leonardo y Francesca.
—Ya está todo en orden, Sofía Mangano— por fin habla Di Napoli. —Francesca pasará el día con los mellizos y deberás estar al pendiente de lo que ellos o ella lleguen a necesitar. De la mansión no podrá salir, es una orden— habla con firmeza. —Y tú, Alexander, ¿dónde rayos estabas que te estuve llamando?
—Se me pinchó una llanta, mi móvil tiene la batería agotada, así que pasé la noche en el apartamento de Sofía. Ella fue