—¡Alexander Di Napoli!— lo menciona con voz temblorosa el enemigo de su hermano
—Así es, vine personalmente para asegurarme de que vayas directamente al hueco. Tres metros bajo tierra donde los gusanos van a consumir tu asquerosidad de cuerpo.
—¡Has venido a rescatarme!— exclama Francesca colocándose de pie sin dejar de cubrir su cuerpo con la sabana y el escolta de Alexander lo mira, deseando que no le crea nada a esa mujer
—¿De qué estás hablando Francesca?— Conti la mira con desdén
—¡Alexander, ese hombre!—. Señala a Conti —me secuestro, me tiene aquí encerrada solo para obligarme a tener sexo con él, que bueno que llegaste— empieza a llorar con hipocresía —de verdad tenía mucho miedo— intenta acercarse a Alexander, pero él le apunta firmemente a la cabeza —Alexander…— susurra retrocediendo —debes creerme, soy la madre de tus sobrinos
—¡Cállate! La única madre de mis sobrinos se llama Sofía Mangano, ella si es una madre de verdad
—¡Mientes! Yo los traje a este mundo y Leonardo