—¡Ah, Dios mío!— Sofía empezó a llorar como si no tuviera fin. Toda esa historia le provocó un sentimiento de llanto—. Pobrecita, todo lo que le pasó— sollozó, y lágrimas tras lágrimas recorrieron sus mejillas—. Eres muy valiente, agente... Estoy muy sentimental.
—Amiga, tranquila— Maggie la abrazó.
—Ahora entiendo por qué estás aquí— Minerva se conmovió también, pero no se lo demostró.
—¿Ahora me crees, Alexander? Yo no vengo por ti ni por tu hermano. Fácilmente puedo culpar a Valentino de todo lo que ha pasado. Haría todo eso para que ustedes quedaran libres, pero no volviendo a la vida de mafiosos.
—¡Agente, voy a confiar en usted!— Minerva quiere una vida diferente para su familia.
—Pero Alexander y Leonardo se deben comprometer conmigo a que apenas eso suceda, saldrán de Italia, porque si regresan para continuar con la mafia, yo misma los acabo.
—¿Quién te crees?— preguntó Alexander.
—Soy la única persona que puede ayudarte. Es eso o también meterte tras las rejas ju