Thor quedó inmóvil por un instante. Su mirada, hipnotizada, veía en ella todo al mismo tiempo: belleza, entrega y desafío.
—Maldición… —murmuró, ronco, casi sin darse cuenta de que lo decía.
Se levantó de golpe; la silla giró detrás de él. En dos pasos ya estaba frente a ella, tomándola por la cintura y atrayéndola contra su cuerpo. Su mano firme en la nuca no le dejaba espacio para escapar, y el beso que siguió fue hambriento, intenso, cargado de deseo contenido y de una nostalgia acumulada que estalló de golpe.
Celina respondió sin resistencia, entregándose a la intensidad del momento. Cuando el beso terminó, él se apartó apenas lo suficiente para tomarle la mano.
—Date una vuelta para mí —pidió, con los ojos encendidos de deseo.
Ella obedeció, girando despacio. Él retrocedió un paso, observándola por completo, con una expresión entre admiración y hambre.
—¿Te gustó el regalo, Thor Miller? —lo provocó ella con una sonrisa desafiante.
Él inclinó ligeramente la cabeza, su mirada ardie