Zoe fingió que iba a lanzar. El brazo fue bien alto, el cuerpo se inclinó un poco hacia adelante... y nada. Las mujeres gritaron y reclamaron, mientras Zoe sonreía, dándose la vuelta con cara de inocente.
—¡Chicas! Solo estaba probando la fuerza del lanzamiento —dijo divertida.
El DJ entró en el juego:
—¡Segundo intento! ¡Y esta vez va en serio, eh!
Zoe volvió a colocarse, giró los hombros como si estuviera a punto de lanzar una flecha olímpica y… volvió a fingir.
—¡Ah, nooo! —gritaron algunas, riendo a carcajadas.
—¡Zoe, tramposa! —soltó Tatiana, entre carcajadas—. ¡Las mujeres quieren casarse!
Celina se sumó a la broma:
—¡Lo que quiere es quedarse con el ramo!
Zoe levantó los brazos en rendición, riendo fuerte:
—¡Ahora sí! ¡Lo juro!
La música retomó con fuerza y el DJ gritó:
—¡En tres... dos... uno... LÁNZALO!
Esta vez, Zoe lanzó el ramo de verdad. El pequeño grupo de solteras se agitó, manos al aire, y el ramo describió una curva perfecta antes de caer… directamente en las manos de