Por la tarde, Celina se sentó frente al portátil. Retomó la escritura del capítulo que había dejado inconcluso el día anterior. Escribía sobre reencuentros: con la propia esencia, con la autoestima, con los sueños olvidados. Las palabras fluían como si la energía de la mañana también alimentara su creatividad.
Cuando comenzó a sentir el cuerpo pesado, recordó las tareas para Thaís. Grabó tres pequeños videos hablando sobre la importancia del silencio en el proceso de sanación, sobre cómo las relaciones afectan la percepción que tenemos de nosotras mismas y sobre el valor de reconstruirse.
Después, escribió frases cortas:
"No todo amor deja nostalgia. Algunos dejan alivio."
"Si tuviste que rogar por afecto, entiende: eso nunca fue amor."
"Empezar de nuevo cansa. Pero quedarse en el lugar equivocado es agotador."
Envió todo a Thaís, confiando en su competencia para editar, crear los artes y programar las publicaciones del día siguiente.
Alrededor de las 18h, el cansancio la venció. El c