Arthur miró a Zoe con preocupación.
—¿Hice algo mal?
Zoe respiró hondo, tomando la mano de él con delicadeza.
—No. Es solo que… necesito contarte algo. Yo sé que tengo este modo loco, desinhibido, que bromeo con todo, pero… soy virgen.
Arthur abrió los ojos con leve sorpresa, pero permaneció en silencio, escuchándola.
—Le prometí a mi madre que solo tendría relaciones después del matrimonio. Es algo mío, un valor que me tomo muy en serio. Sé que puede ser demasiado para algunos. Así que, si no quieres seguir conmigo por eso, lo entiendo. De verdad.
Arthur la miró con ternura.
—Zoe, eres aún más increíble por eso. Te respeto demasiado. Y voy a esperar el tiempo que sea necesario. No quiero estar contigo solo por eso. Quiero estar contigo porque eres tú. Y eso ya es suficiente para mí.
Zoe sonrió, conmovida, los ojos brillantes.
—Gracias por entender.
Arthur sujetó su mano y besó el dorso con cariño.
—Entiende una cosa, Zoe: no es tu cuerpo lo que me ata a ti, es tu alma, tu esencia. Vo