Leticia rió fuerte junto a su hija. El tono de ambas era casi sádico, una mezcla de cinismo y arrogancia.
—Celina solo fue un obstáculo en el camino —dijo Leticia—. Y los obstáculos existen para ser removidos. Ella misma se apartó. Si tuviera un mínimo de dignidad, se mudaría de São Paulo… o mejor aún, del país.
Isabela tomó el celular y comenzó a recorrer sitios de noticias y redes sociales. Los portales de farándula ya exhibían titulares sobre la boda del heredero de los Miller con la joven y bella Isabela Koch. Algunos artículos hablaban de un matrimonio por amor, otros de una alianza estratégica. Pero todos coincidían en algo: era uno de los eventos más esperados del año.
—¡Mira esto, mamá! Ya estamos en los portales. No tienen idea de la magnitud que será esta ceremonia. El mundo entero la verá. Y ella... tendrá que mirar desde lejos.
Leticia sonrió con una mirada gélida.
—El mundo pertenece a los fuertes, hija. A los que no temen ensuciarse las manos.
Las dos brindaron nuevament