Faltaban exactamente diez minutos para el final de la clase cuando el celular de Zoe vibró. Espió discretamente la pantalla y sonrió de oreja a oreja al leer el mensaje de Arthur:
"Ya estoy aquí afuera esperándote."
Aquella simple frase bastó para despertar un enjambre de mariposas en su estómago. Se mordió el labio inferior, intentando contener la sonrisa tonta, pero fue en vano.
—¡Uhhh, miren esa sonrisa de enamorada! —susurró una de sus compañeras de clase.
—Huele a romance en el aire —añadió otra, con una mirada cómplice.
Zoe rió, negando con la cabeza.
—Son muy bobas. Por ahora, solo nos estamos conociendo.
—Ajá… y yo soy Beyoncé —bromeó una de ellas.
La clase terminó. Zoe recogió sus cosas, se despidió de las chicas con un leve gesto y se dirigió a la salida. Apenas cruzó las puertas de la facultad, lo vio apoyado en su coche, con los brazos cruzados y esa sonrisa que ya empezaba a desestabilizarla por dentro.
—Hola, linda —dijo él, inclinándose para darle un beso en la mejilla.