—Amor, quiero hacer un pequeño viaje. Desde que tomé la dirección del restaurante no me he tomado un solo día hasta hoy. Quiero ir a la playa contigo, síii, por fis.
—Donde mi reina quiera iremos. ¿Te parece irnos mañana a Cancún? Sé que te va a encantar. Te amo, mi principessa, no sabes el infierno que viví sin ti. Pero si esta era la recompensa, lo viviría cien veces más solo para estar así contigo. Eres la reina de mi mundo, dime todo lo que quieras hacer y lo haremos.
—¡Mmm! Déjame pensar… ¿Quiero ser la señora Esposito?
Cuando escuché eso, estallé de felicidad. La cargué y la hice girar en el aire.
—Mi amor, ya eres mi mujer. ¿Crees que te voy a dejar soltera? Eso nunca. ¿Cuándo te quieres casar?
—Por mí, ahorita.
—Mi reina, la única forma de casarnos ahorita es viajando a Las Vegas —dijo entre risas—. Y no quiero una locura como la de mis hermanos. Por lo menos esperemos averiguar en el juzgado qué necesitamos para casarnos y si podemos hacerlo. Mañana te juro que serás mi espos