Hoy es el juicio.
Me levanto temprano, aunque siento que apenas dormí. Mi corazón late con tanta fuerza que parece querer salirse de mi pecho. Hago mi rutina de aseo personal intentando distraerme, pero cada pensamiento vuelve a lo mismo: hoy se decide todo.
Frente al espejo, respiro hondo antes de ponerme el vestido negro que elegí la noche anterior. Es sencillo, elegante, y hace que me vea profesional, aunque ya se nota mi pequeña pancita de cinco meses. Paso la mano por mi abdomen y sonrío apenas. “Hoy todo va a salir bien”, me repito, aunque en el fondo no estoy tan segura.
Bajo a desayunar con el resto de las chicas. Nadie habla mucho, el ambiente está tenso. Solo se escuchan los cubiertos y el tic-tac del reloj.
—Buenos días, Anto —dice Kate con una sonrisa forzada—. ¿Lista para hoy?
—Sí, muy nerviosa, pero lista —respondo intentando sonar tranquila.
Emily entra con paso apurado. —Chicas, apúrense, nos vamos en diez minutos.
El camino hacia la corte se siente eterno. Cada semáfo