Mundo ficciónIniciar sesiónJoaquín estaba sentado en el catre, con los codos apoyados sobre las rodillas y la mirada clavada en el suelo húmedo de la celda. El silencio era tan pesado que cada gota de agua que caía de la cañería oxidada resonaba como un reloj macabro, marcando los segundos de cautiverio. Había aprendido a convivir con ese silencio, a calcular cada respiración, a observar cada sombra que se movía detrás de la rendija de la puerta.
Pero aquella noche, algo distinto rompió la calma. Primero, un murmullo lejano. Después, un estruendo que hizo vibrar las paredes metálicas. Y entonces… el rugido seco de disparos, las botas corriendo por los pasillos y los gritos de hombres maldiciendo en la superficie.
— ¿Que pasa? — Lucía se sentó de golpe asustada tratando de mantener su blusa cerrada en su pecho.
Joaquín se puso de pie en un segundo







