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Mundo ficciónIniciar sesiónVittorio Ferrer no conocía la palabra sorpresa; conocía la calculadora, el tiempo y la paciencia del que siempre cree ganar. Aquella vez, sin embargo, la noticia le cayó como una piedra en la sien: su plan se había frustrado. No era Lissandro el que tenía, era Leandro y Anna, la pieza central, había escapado.
En su despacho, el vidrio mostrando una ciudad indiferente bajo la lluvia, Vittorio escuchó la explicación del hombre que le daba los informes. La voz del subordinado fue precisa, pero la mirada de Vittorio se fue llenando de un fuego que no era empresarial sino primitivo.
—¿Me estás diciendo que los confundieron? —escupió Vittorio, la calma rota—. ¿Que creyeron tener a San Marco y no era él? Como pueden ser tan Imbéciles
Gritó tirando el vaso de whisky contra la pared.
—Así fue, señor —respondi&oa









