La felicidad parecía florecer en la familia Rhys. Camelia estaba teniendo un embarazo extraordinario. Ya sabían que sería una niña, a la que habían decidido nombrar Alhelí, siguiendo la tradición de su madre Lirio de ponerle nombres de flores.
—Alhelí, me gusta —dijo Camelia, contemplando la habitación de su pequeña, contigua a la suya en la casa de los Rhys.—A mí también —contestó Ariel a su lado—. Tu mamá me contó que el nombre Alhelí significa “la que le da sentido a la vida”. Y creo que, en verdad, nuestra pequeña ha llegado para darnos una razón para luchar y ser felices.—Le prometí a papá que si tenemos un niño lo nombraremos como él —comentó Camelia con una gran sonrisa mientras acariciaba su vientre—. Después de todo, los hijos de tu