El caos se apoderó de la terraza. Sofía, entre contracciones cada vez más intensas, alternaba su mirada entre su esposo inconsciente a sus pies y los rostros preocupados de la familia. El señor Rhys se irguió con la autoridad que lo caracterizaba y, cual general en medio de la batalla, comenzó a impartir órdenes con voz firme y clara:
—Félix, atiende a Sofía —lo llamó, aunque él ya había corrido hacia ella—. Marlon, despierta a tu hermano. Marcia, lleva a los niños con Camelia y su abuela al interior de la casa —hizo una pausa y miró a su esposa—. Aurora, manda a calentar agua, no creo que Sofía llegue al hospital. Ariel y Oliver, carguen a Sofía hasta la habitación de la planta baja. Camilo, tú encárgate de que venga la ambulancia, por si acaso.
Mientras Marl