Drak le pidió a los fae que se adelantaran para proteger y guiar a los aldeanos, esta idea surgida con segundas intenciones ya que quería estar a solas un poco con su “gatita” y no hallo nada mejor que mandarlos a otro lugar, sin embargo, jamás pensó lo que se vendría a continuación
A medida que avanzaban entre los senderos que los alejaban de la aldea destruida, el viento cambió. No era solo el aroma a cenizas lo que llegaba… sino algo más.
Drak lo percibió primero: una presencia distinta, desordenada, poderosa. Elzareth abrió los ojos con lentitud, sintiendo también esa energía distinta a la de los demonios que ya conocía.
—¿Sientes eso? —susurró ella.
—Sí —dijo él, apretando su abrazo—. Y no me gusta.
De entre los árboles surgió una figura. No era demonio, pero tampoco humano. Un ser cubierto de plumas negras y ojos huecos, una mezcla imposible entre fae y criatura del Vacío. Un experimento fallido de magia oscura.
—El cruce está bloqueado —gruñó la criatura, con voz doble.
Drak la