Una tarde, Merek se aproximó a Kael mientras este entrenaba con dos jóvenes.
—El oráculo quiere hablar contigo.
Kael frunció el ceño. Hacía años que el oráculo de Luna no intervenía directamente. Lo encontró en su cabaña, rodeado de humo y runas talladas en hueso.
—Alfa —dijo el anciano sin levantar la vista—. Selene te ha observado. Tu camino está lleno de sombras, pero también de luz. La loba que perdiste no está más donde crees, ni es quien fue. Pero tu destino aún la rodea.
Kael sintió un estremecimiento.
—¿La has visto?
—He visto fuego blanco, lágrimas de luna y un lobo renacido. Si quieres hallarla, no busques a la loba que fue. Busca a la reina que nació del dolor.
***
El viaje comenzó con el alba. Una comitiva de cincuenta guerreros, incluyendo curanderos, rastreadores y mensajeros, partió hacia las tierras del este, donde Kal había sido visto por última vez.
El viaje fue largo y arduo. Cruzaron ríos, desiertos de niebla, y enfrentaron emboscadas de bestias deformadas por el V