Astrea todavía no podía asimilar el hecho de que su sueño se estuviera haciendo realidad, al punto que tenía miedo de que cuando se reventara la burbuja el golpe a la realidad fuera brutal.
—¿No dices nada? —Kael formuló la pregunta con la mirada llena de esperanza.
¡¿Cómo le explicaba que la emoción que sentía la dejó sin palabras?! En el momento en el cual iba a decir el collar que estaba en su cuello con su identificación militar y la turmalina negra cayó al suelo y por alguna razón extraña se hizo añicos.
Ella no podía creerlo y menos lo que comenzó a suceder a continuación: en el cielo el resplandeciente sol desapareció y en su lugar aparecieron nubes grises, cambiando el clima, en menos de un minuto una fuerte lluvia se hizo presente.
—Vamos a resguardarnos —dijo Kael tomando las ropas esparcidas en el suelo rápidamente.
Ella estaba todavía enmudecida por la tristeza, quiso tomar los fragmentos de la piedra, pero solo le dio tiempo a tomar las placas que contenían su ident