“La madre Luna se esconde, porque pronto saldrá el sol. La esperanza de la verdad brillará y la loba más poderosa despertará”.
Astrea abrió los ojos de golpe, dio una respiración profunda para calmar los latidos de su corazón. Le parecía extraño que desde que había llegado de nuevo a la manada, los cánticos eran prácticamente todos los días. La diferencia era que ya no eran borrosos, sino claros, tanto que los podía tararear.
Se levantó porque sintió un estremecimiento en su cada una de las células de su cuerpo. Se dispuso a ir al cuarto de baño y darse una ducha rápida. Se lavó el cabello, y su cuerpo a conciencia. Se detuvo en los pezones y les dedicó unos minutos, se mordió los labios porque la sensación era exquisita.
Fue interrumpida por el suave toque de la puerta en el baño, enseguida cerró la llave de la ducha, buscó la toalla y se disponía a salir cuando vio su reflejo en el espejo encima del lavamanos.
Puso la mano en su pecho, y toco su “dog tag” la que había llevado des