Una oportunidad para el Alfa Gambino.
A media mañana la hermosa doctora ojiazul abría los ojos, ella había descansado lo suficiente, el vampiro se había encargado de mantenerla arropada, ella bajó de la cama con los pies descalzos, pero no importó mucho porque pisaba una alfombra que parecía ser la piel de un oso.
Elizabeth solamente vestía una bata de seda negra que le llegaba a media pierna, se enredó en un edredón y caminó hasta la ventana para mirar afuera. Ella se revisó, efectivamente ya no estaba sangrando, se sentía muy bien de salud, y eso era gracias al rey de los vampiros.
— Lo hice, huí de la manada, estoy fuera de la vida de Damiano, ahora el podrá cumplir con sus deberes, y yo... Yo podré conservar a mi bebé, verlo nacer y conocerlo, pero... ¿Por qué me duele tanto estar lejos de él.
La doctora se sentó un rato en el gran ventanal para admirar la naturaleza, era realmente bello el lugar, aunque parecía ser bastante inhóspito.
Ella estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dió cuenta cuando lleg