El lobo rubio enarcó una ceja, todavía seguía sin palabras al escuchar las razones del rey Gambino para cazar a su archirival de todos los tiempos.
— Voy a... Servirme un trago si no le molesta.
— Adelante.
Bruno se sirvió un trago triple, de aceptar la misión esta sería la más peligrosa de toda su existencia. Tenía que pensarlo muy bien antes de dar una respuesta. Y solo tenía hasta que el whisky bajara de su garganta a su estómago.
— Entonces, ¿Dime qué has decidido?
— Soy un lobo muy comprometido en cada uno de mis trabajos, valoro mucho a mi gente, de aceptar sé muy bien que muchos de nosotros no vamos a volver, entonces no hay dinero que valga la pena. Aunque... debo admitir que la paga es muy buena, demasiado buena a decir verdad.
— Te solucionaría la vida por decenas de años.
— Ahhh... Damiano. — El lobo tuteó al rey. — Hemos sido amigos por más años de los que pueda recordar, sé que no hay mejor guerrero que tú en las manadas que he recorrido, y me llamas para