Un Alfa diferente y dispuesto a todo.
El apuesto Alfa que ahora mismo tenía ojeras bajo sus misteriosos y penetrantes ojos verdes, salió del castillo con sus hermanos, su beta y detrás de él algunos de sus mejores guerreros.
El rey permanecía en silencio, su impotencia crecía cada minuto que pasaba sin encontrar al vampiro y a su luna, y ahora está reunión que podía significar perdidas en su participación en la competencia.
En el salón los ancianos ya estaban en su lugar, el rey estaba cerca del trono, silla en la que se sentó el poderoso y vigoroso Alfa.
— Rey de reyes, es un honor tenerlo en mi manada, no me andaré por las ramas, ¿Supongo que ya sabe lo que sucedió aquí la noche de ayer?
— Así es, lo sé, es por eso que estoy aquí, como sabes pronto cederé el trono, y no puedo dejarlo en manos de cualquier lobo, tú eras de mis mejores candidatos, más al no haberte casado significa que no cumples con los requisitos para participar en la competencia para tomar mi lugar.
— Estoy consciente de eso. Hice lo más