Soy tu Alfa, y tú eres mi luna para siempre.
Las lunas estaban a punto de responder la pregunta de la jóven que llegaba del brazo de su cuñado, Pero en ese momento llegaron todos los lobos.
El rey Gambino se hacía presente con toda su elegancia y su imponencia.
— Estamos en casa, luna mía , ven a recibir a tu Alfa.
El cachorro Dante apenas escuchó la voz de su padre, el despertó. Parpadeó varias veces antes de hablar.
— ¡Pa... pa...! — El pequeño buscó a su padre con la mirada.
— Aquí estoy, papá ya está en casa, ven aquí cachorro.
El Alfa caminó hasta elizabeth y tomó a su cachorro para alzarlo.
— pa... pa... — El lobezno se acurrucó en pecho del poderoso rey.
El Alfa acarició la espalda de su hijo.
— También te eché de menos, dime, ¿Cómo te has portado con tu madre? Ella dijo que no querías dormir, y que se cansó mucho arrullándote.
El cachorro no ponía atención en los regalos de su padre, él solamente disfrutaba de estar en sus brazos.
— Querido, me alegra que ya estés en casa, te echalos de menos