El Alfa Emiliano venga a su luna.
El arrogante Alfa Marino había recibido un golpe, nunca dejaría pasar algo como eso. Tenía maldad en la sangre, era cruel como nadie, solo por el gusto de dañar y lastimar, y hasta se podía decir que lo disfrutaba.
— ¿Qué acabas de hacer? ¡Vas a lamentarlo, voy a matarte a golpes, a mi nadie me pone las manos encima! — El lobo estaba a punto de irse contra Emiliano, cuando una voz se escuchó.
— Espera, yo seré tu oponente, si mi hermano te ofendió, yo daré la cara por él. — El rey Gambino habló. Más sin embargo, Emiliano no lo iba a permitir.
— No, está pelea es mía, Damiano, este bastardo va a conocer la furia del Alfa Emiliano Gambino, yo seré quien defienda el honor de mi luna, esta miserable basura se va a arrepentir de haberla maltratado.
El Alfa Marino se carcajeó. Se pensaba que un Alfa habiendo nacido segundo, no sería rival para él. Pero iba a llevarse una gran sorpresa.
— Te estoy esperando. — El engreído lobo todavía tuvo la osadía de hacer una señal con su mano