El sol ya se había puesto, pero el calor persistía en el aire, envolviendo a Coromoto con una sensación incómoda.
Sentada en el pequeño sofá de su casa, rodeada de la quietud que siempre se hacía más densa por la tarde, sentía que el peso de los días caía sobre ella con más fuerza que nunca.Paola estaba allí, frente a ella, escuchando en silencio el monólogo interno que, desde hacía semanas, se había convertido en su rutina diaria.Coromoto miraba al frente, pero sus ojos parecían perderse en un vacío invisible.El teléfono móvil vibró una vez más, y un escalofrío recorrió su cuerpo.Sabía lo que iba a encontrar: otra foto, otro video, otro mensaje insultante dirigido a ella, su familia, sus hijos.Sabía que cada vez sería peor, Pero lo que la aterraba más era no poder saber quién estaba detrás de todo eso esa incertidumbre la devoraba."¿Hasta cuándo va a seguir esto, Paola?", preguntó Coromoto, la voz temblorosa, con un hilo de dese