El viento soplaba con fuerza esa tarde, como si el universo estuviera intentando calmar la tormenta que Ángel sentía en su pecho.
Caminaba por las calles vacías, con la mente ocupada en todo lo que había sucedido, todo lo que había perdido y todo lo que aún no entendía. La imagen de Coromoto, tan distante, tan alejada de él, lo atormentaba y aunque sabía que no había hecho nada para merecer el desprecio con el que lo trataba, el dolor de ser considerado culpable lo estaba desgarrando. Ángel se detuvo frente a un parque, sin prestar atención a la tranquilidad que lo rodeaba, su corazón latía con fuerza, marcado por la incertidumbre y la frustración. Coromoto había sido su amor verdadero, y ver cómo se alejaba de él, lo acusaba, lo veía como un monstruo, lo destrozaba por dentro. Paola si creí en él pero, no ella, y eso le pesaba más que cualquier otra cosa. Se sentó en una banca del parque y dejó que el dolor se