El tiempo había pasado rápido, como una película que se proyecta en alta velocidad, haciendo que Coromoto no tuviera oportunidad de procesar del todo lo que había estado sucediendo en los últimos dias.
Todo parecía estar en constante movimiento, y ella, atrapada en el torbellino de sus propios miedos y decisiones, no encontraba un lugar donde poder detenerse.La relación con Ángel había sido un refugio durante todos estos meses, una esperanza, una chispa de lo que podría haber sido una vida diferente. Pero esa vida no era tan fácil de alcanzar, no mientras estuviera atada a su matrimonio con William.La mañana de ese 30 de enero comenzó como cualquier otra, pero algo en el aire le decía a Coromoto que ese día sería distinto.El sol, a través de las cortinas, se colaba tímidamente en la habitación, como si estuviera tratando de iluminar su corazón, pero ella sabía que ese brillo no sería suficiente para alejar la oscuridad que sentía dentro de ella.La