50.

El nuevo refugio de Alejandro no era un penthouse, era más bien un departamento que aparentaba ser bastante común, pero el protocolo requerido y la increíble cantidad de cámaras de vigilancia e indiciaba que quizá era una residencia de alta seguridad. Incluso cuando Alejandro se estaba esforzando en mostrarme seguridad me sentía bastante encerrada.

Apenas llegamos, Alejandro me hizo sentar en un sofá de cuero. La puerta se abrió y entró un hombre con la nariz aún hinchada y un ligero corte en la ceja.

— Ámber, este es Marcus. Es la persona a la que le había encargado tu cuidado y protección. Él es el que falló en su trabajo.

Marcus se enderezó, con el rostro de un soldado avergonzado.

— Señorita Falcó, quiero suplicar sus disculpas por no poderla resguardar. Me tomé muchas libertades. Mi error fue imperdonable, y usted casi paga el precio con su vida. Lo siento mucho.

Miré a Marcus con cierto pesar. Honestamente hasta hacia cinco minutos no tenía idea de que había un vigilante encarg
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