49.
Había algo que me estaba dando escalofríos de él, quizá era el control en sus ojos, la forma en que el mundo se inclinaba ante él: todo me causaba algo de miedo. Era un hombre que movía piezas en un tablero que yo ni siquiera sabía que existía.
Siento que me está empezando a dar miedo la magnitud de la información que Alejandro maneja.
La razón real de mi regreso me quemaba en la garganta. La versión oficial era reconciliarme con mi familia y mostrar arrepentimiento pero la verdad era más oscura y ambiciosa.
— Sí — confesé, con la voz apenas audible, mirando las heridas en mis manos. —. Es cierto que regresé del extranjero debido a algo que escuché sobre la herencia que nos dejó mi difunto abuelo.
Alejandro asintió, como si esperara la admisión.
— Escuché un rumor en Europa, en los círculos donde se movían los activos de mi abuelo. Algo sobre una cláusula que me beneficiaba, que me daría control. Por eso vine.
Hice una pausa, mi voz se endureció con la refutación que había mantenido d