38.
El periodista se rió con arrogancia, disfrutando del escándalo que había provocado.
— Señor Rivera, usted es un hombre exagerado. Solo estoy reportando lo que todos murmuran. ¿Por qué la histeria?
— Un segundo — continuó Alejandro, ignorando la pregunta, sus ojos fijos en Mortimer con una intensidad que prometía destrucción.
Mortimer intentó burlarse de nuevo. Se negó a pedir perdón y nos tachó de ser "exagerados".
— No, gracias. Yo no me disculpo por la verdad. Usted y su...
Alejandro presionó más. Lo que sucedió a continuación no fue un grito, sino un cambio de atmósfera que solo él podía provocar. Se descubrió un lado aterrador de él. Se inclinó sobre el podio, y aunque su voz no se elevó, proyectó una amenaza tan palpable que sentí un escalofrío.
— Si no te disculpas ahora, Sr. Mortimer, te aseguro que para el final de esta semana no tendrás una carrera, no tendrás un medio para publicar tu basura, y lo que es peor, descubrirás que las fuentes que hoy te dan información ya no conf