32.
El penthouse de Alejandro es mucho más impresionante de lo que imaginaba, todo estaba perfectamente pulcro y en orden casi a un nivel compulsivo.
Y lo más impactante eran los ventanales en la sala de estar que mostraban todo el resplandor del cielo nocturno y las luces de una ciudad que nunca duerme.
— No voy a dormir contigo aquí. — Fue lo primero que dije al ver la habitación. — ¿Qué rayos con toda esta decoración cursi?
Pétalos de rosas en un camino que iba hacia la cama, chocolates, globos y animales de felpa. ¿Era una bienvenida o me estaba proponiendo matrimonio?
— ¿Por qué no? Somos una pareja ¿No es así? — Alejandro se paró detrás de mí, sus dedos sujetando mi cintura.
— Una pareja falsa. — Lo correjí, apartándome de su agarre.
Alejandro me miró fijo durante varios segundos, mostrando una expresión casi como si estuviera... ¿molesto?
— Pfftt... jajajajaja — No duró demasiado, empezó a reírse de la nada. — Deberías ver tu cara en este momento ¡Estás demasiado seria! No voy a de