16.
—¡Sorpresa! —dijo Lucas, con una sonrisa tensa, sin notar mi pánico—. Pensé que necesitabas algo… poderoso. Algo que te recuerde que la fortuna está de nuestro lado.
No podía hablar. Mi mente gritaba. ¿Por qué me daría eso? ¿Fue una elección inocente, o sabía algo sobre su significado?
—Lucas... —logré decir, mi voz apenas un susurro.
—¿No te gusta? —preguntó, su sonrisa vacilando.
—No... No, es... hermoso. Pero ¿por qué un cuervo? —le pregunté, buscando desesperadamente una explicación.
—¿El cuervo? No sé. Isabela lo escogió. Dijo que era... exótico.
Y allí estaba. El golpe final de la noche. Lucas no solo estaba bajo el control de Isabela, ni solo defendiendo a su amante. Él estaba tan desconectado de mí, de mi familia, y de lo que era sagrado, que había permitido que su amante eligiera un accesorio de mala suerte para mí.
No era un regalo. Era un mal presagio. Y Lucas ni siquiera era consciente de la profundidad de su traición.
Cerré la caja de terciopelo con un clic seco y frío, l