13.
El portazo de Lucas en el coche resonó en mis oídos más fuerte que la música que intentaba ignorar. El silencio que le siguió fue de lo más incómodo. No era la primera vez que Lucas se comportaba así de distante después de haber estado con ella, pero hoy había sido diferente. Había sido un silencio lleno de algo más... Profundo.
Me mordí el labio, observando las luces de la calle pasar. Lucas conducía como si quisiera huir de algo que estaba justo detrás de él.
—Lo siento,— soltó por fin, con la voz áspera. —Es solo que… la boda, el estrés.
La boda. Nuestra mentira. Le sonreí, esa sonrisa hueca que había practicado hasta la perfección en el espejo. —Lo sé, cariño. Pero no te preocupes, Isabela dijo que el estrés es malo para una pareja a punto de casarse ¿No?
Mencionar a Isabela fue el detonante, lo supe de inmediato. El cuerpo de Lucas se tensó en el asiento. Apretó el volante con tal fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.
— No… no la menciones, somos solos tú y yo.— siseó, si