- Buenos días. - Gabe dijo en general.
No contesté. Simplemente porque no me apetecía. No había ido a casa y no merecía un saludo de "buenos días".
Fui a mi escritorio y me senté en la silla, girándola hacia un lado y luego hacia el otro. Luego hice un giro de 360º para comprobar su potencial.
- Sra. Clifford, esto es una silla, no un juguete de parque de atracciones. - Oí la voz de Gabe a mi lado, tan baja como un susurro, con la mano apoyada en la madera oscura.
Entonces vi su anillo de boda en el dedo izquierdo. Y sonreí, sin dejar de alisarle la mano cariñosamente. Lo miré y tal vez me di cuenta de una hermosa sonrisa... Que obviamente no se dio (sólo era una idea).
- Compórtate. - Dijo, enderezándose.
- ¿Qué debo hacer? ¿Cuál será mi trabajo como tercera secretaria? - pregunté.
- Ingrid te dirá lo que tienes que hacer. Sigue siendo mi secretaria y la que da las órdenes aquí. - Gabe lo dejó claro.
Asentí y, en cuanto entró en la sala, pregunté a la secretaria:
- ¿Qué puedo hacer?