EPÍLOGO II

- ¿Nunca te ha insultado un hombre en la cama?

- ¿Qué tipo de palabrotas? - Tenía curiosidad.

- Como: "No sé si quiero follarte a cuatro patas o en la ducha, guarra".

- Yo le diría directamente: ¡Cállate y bájate los pantalones, "bocadillo"!

Me miró fijamente, sin decir nada. Yo me reía. Al final le dejé sin habla, lo cual era bastante difícil, ya que Jorel Clifford hablaba 24 horas al día, 7 días a la semana, 30 días al mes. Rara vez había silencio entre nosotros dos.

- ¿Por qué llevas pintalabios incoloro? - preguntó cambiando de tema.

- Porque me gusta.

Se puso de lado en mi cama y olisqueó mi almohada:

- ¿Te echas perfume en la almohada?

- ¿Por qué iba a hacerlo?

- Huele a ti.

- Es normal, ya que duermo allí.

- ¿Qué se siente al cumplir 18 años y seguir siendo un superdotado?

Me reí, viéndole coger mi almohada y ponérsela sobre la cara, tapándose la suya:

- Nunca dejaré de ser un superdotado, Jorel.

- ¿Igual que yo? - Me miró desde debajo de la almohada.

- Parece que intentas todo
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