Aneliese, que tenía una mano junto a la de Jorel, me cogió la mano con la que tenía libre:
- Sólo éramos niños, Gabe. No teníamos forma de parar nada de lo que pasaba.
- Pero...
Me puso el dedo en los labios:
- No hay ningún "pero"... Hiciste lo que era posible... Te quedaste con nosotros después de la muerte de mamá.
- Y luego los abandoné a su suerte... En nombre de una mujer que apenas conocía... ¡Sólo por un puto coño! - Me enfurecí al recordar lo mucho que había pecado con mis hermanos por el simple hecho de ser ciego, sordo y mudo por culpa de Mónica.
- Se quedó con nosotros todo el tiempo que necesitamos. - Intentaba minimizar mi sentimiento de culpa.
- La arrojé a los brazos de Rowan.
- Y lo arrojó a los brazos de Mónica -ella levantó los hombros- Fuimos piezas de un juego durante muchos años. Pero se acabó, Gabe. Por fin somos libres.
- ¿Alguna vez... ¿Te he agradecido alguna vez todo lo que has hecho por mí? - preguntó Jorel a nuestra hermana.
- Nunca te pedí que fueras agra