POV OLÍVIA
Esa noche esperé a Gabe, pero no vino. Intenté llamar y el número no existía. Realmente lo había cambiado, como dijo que haría.
Me tumbé en el sofá del salón y cerré los ojos, recordando nuestro sexo de antes. Me palpitaba el coño sólo de recordarlo. Había sido perfecto. E incluso después, cuando Gabe me contrató para trabajar para él. No me cabía duda de que estaba celoso de mí. Pero lo que había sucedido en el pasado, que tal vez nunca llegaría a conocer, le impedía seguir adelante y entregarse a lo que sentía.
Gabe no era suave; al contrario, intentaba hacerme daño. Incluso la forma en que me follaba era un poco violenta y brusca, como si quisiera castigarme, y eso al final descubrí que era lo que más placer me daba, que la psicología nunca podría explicar. A pesar de que todo conspiraba para que no sintiera nada por aquel hombre, ya que no hacía prácticamente nada por complacerme, me gustaba Gabe Clifford, mi marido.
Y lo que me hizo entregarme totalmente a él fue preci