CAPÍTULO 77: EL PRECIO DE LA VERDAD
Jacob
Después de lo que Elena me confesó, no puedo quedarme quieto. Cada palabra sobre la clínica, sobre esa grabación, sigue rebotando en mi cabeza como un eco insoportable. Mi madre moviendo piezas, decidiendo quién vive, quién muere, quién merece amor. Eso ya no lo voy a permitir.
Elena me detiene antes de que me largue de la sala.
—Jacob, espera… —me mira con ese temblor que no admite en voz alta—. Es peligroso. Lo único que tenemos es esa grabación, nada más, no sirve de prueba, no todavía.
—Me basta —respondo, firme—. No necesito papeles para saber lo que vi, lo que escuché. No voy a dejar que mi madre siga controlando mi vida, y mucho menos que los toque a ustedes.
Elena se abraza a sí misma. Veo el miedo en su rostro y me duele, porque no se lo inventa.
—Tengo miedo, Jacob —admite, bajando la voz—. Mucho. Tu madre es capaz de todo, yo lo sé.
Le tomo de los hombros para infundirle seguridad.
—Entonces déjame a mí, voy a ir por las pruebas. Y