CAPÍTULO 73: EL PESO DE LA PRUEBA
Elena
Jacob me promete que se irá antes de que los mellizos despierten. Lo dice con esa seriedad suya, como si de verdad pudiera controlar el tiempo, pero apenas abre la puerta del cuarto, escuchamos los pasos menudos y las vocecitas inconfundibles de Lía y Nico.
—¡Jacob! —grita Lía, lanzándose hacia él como si hubiera estado soñando con este momento.
Nico lo sigue, con los ojos brillando de emoción
—¡Cajob, desayuna con nosotros!
Jacob se queda quieto, mirándome como si esperara una señal. Yo solo alcanzo a encogerme de hombros, incapaz de decir que no con esas dos caritas mirándonos como si el mundo dependiera de que él se quedara. Asiento en silencio.
La sonrisa que aparece en su rostro me desarma.
En la cocina, todo fluye con una naturalidad peligrosa.
—Tú cortas la fruta, yo bato los huevos —propone Jacob, levantando una ceja.
—Siempre quieres el trabajo fácil —le replico con una mueca, tomando el cuchillo.
—Al contrario —contesta, guiñándome—. P