CAPÍTULO 70: PAPELES PROHIBIDOS
Elena
Cuando llego a la casa cierro con llave y corro el pestillo. Apago la luz del pasillo por costumbre y dejo encendida solo la lámpara del comedor. El sobre blanco que me traje de la mansión Hastings pesa más de lo que debería para ser papel. Me sudan las manos. Lo dejo frente a mí y me quedo mirándolo como si fuera una criatura viva. “No lo abras”, me digo. “Es meterte en problemas.” Pero ya estoy metida hasta el cuello y, si ese papel contiene lo que creo, podría ser la única pieza que me falta.
Respiro hondo, paso el dedo por la solapa y rompo con cuidado.
Adentro hay un comprobante de pagos, dos autorizaciones con membrete de clínica y una orden médica con siglas que no entiendo. El logo lo reconozco: el mismo de la carpeta que vi en el club. Bellmont Reproductive Institute. Fechas recientes. En la esquina superior izquierda, un nombre subrayado con marcador gris: Juliette Castle. Y debajo, en los “datos del donante legal”, otro nombre que me co