CAPÍTULO 52: TIEMPO PARA LOS NIÑOS
Elena
Los mellizos miran dibujos en la sala, ajenos a todo lo que ha pasado. No puedo creer que hace unas horas toda mi vida volvió a dar un vuelco de ciento ochenta grados. Una vez más me quedé sin casa, aunque esta vez hubo algo diferente… él.
Jacob sigue aquí, me ayudó con la mudanza improvisada y aunque una parte de mí quiere alejarlo para evitarme más dolor y sufrimiento, hay otra, una que creí haber enterrado muy profundo dentro de mí; que sigue ilusionada y ridículamente enamorada de él. Lo que sucedió entre nosotros todavía sigue grabado en mi piel.
Trago grueso antes de hablar, porque aunque quisiera ilusionarme, sé que es un error que no debo volver a cometer.
—Si voy a quedarme aquí debe haber ciertas… reglas —digo, antes de que respire—. Los niños no deben saber la verdad todavía, ellos no tienen idea de quién es su padre y no quiero que esto les afecte.
—Yo tampoco lo quiero, pero ya perdí demasiado tiempo con ellos —responde, bajando la