CAPÍTULO 24: PLANTA 26
Elena
Horas antes…
El agua caliente me cae sobre los hombros y la crema pegada al cabello por fin se va en remolinos por el desagüe; cierro los ojos y me quedo un rato más del necesario solo para no pensar, pero pensar es lo único que hago: el pastel hecho pedazos, las risas en el salón, la chaqueta de Jacob sobre mis hombros… Cuando salgo de la ducha tengo la mano vendada dentro de una bolsa de plástico para no mojarla, la piel alrededor está enrojecida y palpitante; la seco con cuidado, me pongo una camiseta de algodón y un pantalón suave, recojo el cabello húmedo en una coleta floja y respiro hondo como si eso pudiera ordenarme por dentro.
Marco la videollamada a casa antes de que me falte valor. Lucía atiende de inmediato, su cara cansada y dulce llena la pantalla, y detrás de ella aparece mi niña con el cabello despeinado y un dibujo entre las manos llenas de manchas de témpera roja, y hasta en las mejillas como si hubiera besado una fresa gigante.
—¡Mami!