CAPÍTULO 12: HUIDA BAJO PRESIÓN
Elena
Estoy pegada a la pared, con Jacob tan cerca que mi respiración rebota en su camisa, cierro los ojos un segundo, solo uno. El pasillo desaparece, Jacob desaparece, todo se reduce a esa palabra: urgencias. Trago saliva y el corazón me golpea la lengua.
Guardo el celular en el bolsillo con manos que no me obedecen, pero él no se ha movido. Me mira con curiosidad, pero también con suspicacia.
No puedo permitir que él se entere de la verdad, Jacob no puede saber por nada del mundo que los dos pequeños que me esperan en casa son sus hijos.
—Tengo que irme —susurro y lo empujo suavemente para abrirme paso.
—¿Qué dices? No puedes irte.
—Tengo que irme. —Mi garganta arde—. Pasó algo.
—Tienes un contrato. —Da un paso y me encierra otra vez—. No puedes irte cuando te dé la gana.
Me estalla algo por dentro. Toda la humillación de la cocina, el “mucama”, la suite compartida, su voz en mi oído diciéndome “eres nada”… Todo se aprieta en un punto mínimo que amen